sábado, 8 de diciembre de 2018

..gentleman

Decía Santiago Abascal (actual presidente del partido político VOX, extremaderecha en España) en un meeting de su partido que el primer movimiento feminista había arremetido nada menos que contra los piropos y contra los que abren la puerta a una mujer (...) y, entendiendo cuán ridículo resulta esto, acaba dirigiéndose a su público para sentenciar: "pues yo voy a seguir haciéndolo; si alguna no quiere pasar, pues pasaré yo."

¿Por qué debería yo aceptar que alguien, por ser yo mujer, se comporte conmigo de forma predeterminada? ¿Por qué se insiste en que a mujer necesita ser ayudada o disciplinada por la conducta de los señores?


Comprendamos una situación análoga: históricamente, por una diferencia entre blancos y negros, se permite que los blancos opinen sobre lo que les parece el aspecto físico de los negros, y además que esté socialmente permitido que se lo comuniquen por la calle, así como a que tengan con ellos la deferencia de que siempre les abran la puerta para que pasen primeros. Si de pronto un negro no quiere que se le trate de un modo particular, por el mero hecho de ser un comportamiento regido por una cuestión de raza, no estaría bien que el blanco insistiese en ello. ¿No? 

¿Puedo decidir que no me gusta que me digan cosas por la calle? ¿Cuánto pesa mi opinión?

//a veces se me hace pesado, hablar y explicar una y otra vez cosas básicas para mí, que obviamente aún no lo son para muchas otras. A veces tengo discrepancias con chicos, pero más me sorprende cuando las tengo con chicas. Queda mucho por hacer//

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