
Miro a mi izquierda y una infinidad de cosas por hacer delegadas, ahora más que nunca, a un segundo espacio de mi vida, al cual no imagino cuándo podré acudir.
A mi derecha los pies en la tierra. La bofetada de la realidad que ya no me deja soñar cada noche. No hay tiempo tampoco para ello.
Intentaré ser humilde y controlar mis límites, afrontarlos con madurez y saberme derrotada cuando proceda. Intentaré acordame también de todas esas obligaciones sociales, mi familia y mis amigos, mis relaciones sociales, mi vida tras el muro de la vergüenza (la mía).
Y volver a humillarme cuando consiga descubrir que, una vez más, todo se me va de las manos. Que no he llegado a tiempo, si quiera, para arropar al sol hoy tampoco.
//,la gente que me rodea no para de sorprenderme cada día. Sonrisas y lágrimas para mí, por favor. Sonreír o llorar, si recuerdo al que me pisa, al que me sonríe, al que estuvo conmigo hace un par de meses y ya ni si quiera aperece su número en mi lista de últimas llamadas perdidas (son 20 llamadas).
Sonrisas hoy a quien me preguntó "¿goyú o manzana?", a quien me dejó tocar su pelo recién cortado, a quien pregunta una y mil veces qué nota media merezco por la exposición de historia, a quien me abre una ventana al messenger para lanzar un "teresaaaa", un "hola amiga" o un "calle melancolía", a quien me ofrece un viaje a barcelona en menos de 12 horas, a quien se acuerda me ofrece un finde de cine sin presiones..
Lágrimas hoy por ti, por ti y por ti. Mil océanos por ti. Y ojalá que se sequen todos de golpe, para no poder así volver a llorarlos por nadie.//