, cuando hablo de "mi encierro" no me refiero al confinamiento. No. Yo ya vivía confinada mucho antes de esta pandemia, y en efecto, la situación actual apenas me influye o afecta. Por supuesto, hablo de la oposición.
Sé que hablar como si esto ya hubiera pasado no es la mejor postura para hacerlo, pero siento que he aprendido mucho de estar auto-encerrada, y quería ponerlo por escrito, para poder, en un futuro, volver a mis palabras cuantas veces necesite.
Lo cierto es que no hay un solo día en que no considere que empezar a opositar ha sido la mejor decisión que pude tomar. Y el camino solo tiene una dirección, porque, pase lo que pase, ya no soy la persona que era cuando decidí apostar por esto.
La oposición me ha llevado a conocerme. Básicamente eso. Yo hace cinco año no conseguía estar sola en silencio en una habitación sin acojonarme por mis propios pensamientos, que por otro lado, es algo muy común hoy en día en la sociedad, y que nos lleva a coger el movil, ver vídeos de youtube, o ver fotos en instagram compulsívamente para evitarnos.
Estudiar es la superficie del océano que supone opositar. Debajo tienes muchas horas en soledad, amistades que te olvidan, relaciones que se acaban, estrés cronificado, noches sin dormir... Si lo aceptas y consigues mantener un ritmo de trabajo fuerte pero a su vez lo suficientemente equilibrado como para poder prolongarlo durante años, entonces empiezas a tener oportunidades.
Una persona que fue importante para mí me dijo en un momento: "una vez que apruebes te olvidarás de todos los que no te apoyaron en el proceso". Yo no sé si me olvidaré de quien no estuvo, pero con gran seguridad no me olvidaré de quien consiguió sacarme una sonrisa en estos días nublados.
¡Venga no! Que les den a todos. Sólo me acordaré de mí, que soy quien me ha soportado cada día.
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