Buscamos en nuestra pareja a nuestro progenitor. Es una mierda, porque nos hace a las mujeres unas infelices, buscando la atención de ese padre ausente, que estaba todo el día trabajando y cuando llegaba cansado a casa sólo quería descansar. Buscamos entonces desde la intranquilidad del "le gustaré?", del "seré suficiente?" y del dar y la abnegación.
Ellos, sin embargo, han tenido madres dedicadas y entregadas, que hacían de su papel de madre su máxima virtud, y reforzados por esa idea se relacionan en pareja desde el ser como "sujeto que recibe amor". Están acostumbrados a que les quieran de más, que les quieran aun cuando ellos dan cero, aun cuando ellos no quieren querer.
Romper el esquema es difícil. Reestructurarte es una odisea. Pero es necesario darse cuenta. Eso ya, al menos, es algo.
