Durante mis relaciones he aprendido mucho, pero más he aprendido al dejarlas. Me doy cuenta de cuántas veces he perdonado a mis exparejas por cosas que han hecho. Incluso haberme metido en bucles de: hacen algo feo, hablarlo, perdonar, y volver a lo mismo: algo feo, hablarlo, perdonar y así hasta lo que aguante, como si nada.
Lo más triste de todo es que ahora me doy cuenta de lo poco que me han perdonado a mí, o de lo poco que me ha dejado salirme de la raya. Mis errores se han destacado y se han vuelto contra mí de manera superlativa; los han utilizado para atarme, para hacerme sentir culpable, para tomar ellos ventaja para otras situaciones, para reprocharme, atacarme...
Qué dañina es esta cultura desequilibrada, donde a la mujer se le educa en la paciencia, en el aguantar y en el esperar. ¡Es tan erróneo! Ojalá podamos dentro de muy poco construir relaciones horizontales, donde no tenga que pedir a mi pareja que no se emborrache y la líe, donde no tenga que pedir que baje la televisión porque los niños duermen, donde no tenga que pedirle que baje la basura. Ojalá fuera simplemente querer y dejarte querer.
Lo más triste de todo es que ahora me doy cuenta de lo poco que me han perdonado a mí, o de lo poco que me ha dejado salirme de la raya. Mis errores se han destacado y se han vuelto contra mí de manera superlativa; los han utilizado para atarme, para hacerme sentir culpable, para tomar ellos ventaja para otras situaciones, para reprocharme, atacarme...
Qué dañina es esta cultura desequilibrada, donde a la mujer se le educa en la paciencia, en el aguantar y en el esperar. ¡Es tan erróneo! Ojalá podamos dentro de muy poco construir relaciones horizontales, donde no tenga que pedir a mi pareja que no se emborrache y la líe, donde no tenga que pedir que baje la televisión porque los niños duermen, donde no tenga que pedirle que baje la basura. Ojalá fuera simplemente querer y dejarte querer.
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