lunes, 16 de marzo de 2020

.. el cojo le echa la culpa al empedrado

El coronavirus. El tema del momento. Pero si no fuera este sería otro, ¿no?
Al fin y al cabo eso es lo que tiene vivir en la superficie: te alimentas de lo que pasa en el momento, sin transcender, eso que todo el mundo comenta, repites los comentarios del resto, como el eco de una cueva, y no emites juicio ni crítica de la fuente, ni pones en cuarentena (nunca mejor dicho) lo que estás replicando.

Estas situaciones sacan lo mejor y lo peor de la gente. Hablemos de lo peor, que de lo mejor estamos al tanto ya, y para ello permitidme contextualizar la historia con una situación real vivida hace menos de 24 horas.

He sido expulsada del lugar donde vivía (una residencia colectiva) por sospechas de que pudiera estar contagiada. Estuve fuera de Madrid (foco inicial del virus en España) un par de semanas antes de que anunciaran el "estado de alarma". Al tener conocimiento de la inminente restricción de las comunicaciones decidí volver a Madrid para pasar la cuarentena en este lugar donde habitualmente resido, arriesgándome a poder ser contagiada al entrar en contacto con las compañeras que comparten la residencia conmigo. Sin embargo, y ante mi perplejidad, el miedo generalizado existente desencadenó un efecto contrario, y el colectivo de personas que aún quedaban confiadas en este lugar se organizaron para presionar a los responsables del edificio para expulsarme, aludiendo a que todas ellas estaban al corriente de los sitios en los que habían estado pero no en los que había estado yo. 

Una situación límite pone al límite a las personas, saca a relucir la calidad humana. Ciertamente, no todo vale. No vale "vete temporalmente y cuando todo se calme hablamos las cosas tranquilamente", no vale "es que tienen miedo y no podemos luchar contra eso", no vale "tienes que entender que ellas han estado aquí desde el principio y tú no", no valen los desprecios, el vacío, retirar el saludo, girar la cara... para conseguir que "voluntariamente" seas tú quien decida irse. 

Eso en caso de no estar contagiada, pero ¿y si aún así lo estuviera? Tampoco. 

Nunca faltes a la compasión, al respeto y a la humanidad. Acatar por miedo a ser atacado parece ser lo más fácil. Personas que yo creía amigas se han unido a esta presión para no ser ellas las señaladas.

Nunca he creído en la existencia de un juicio final, ni de un karma, pero hoy deseé ciertamente estar equivocada. 

Dogville Lars von Trier 

//, era inevitable que acompañase la entrada con una escena de Dogville. A pesar de la desagradable situación vivida, me fascina cómo se eclipsa la individualidad al formar parte de un colectivo, y la presión que supone la necesidad de la pertenencia al grupo, que hace que para evitar ser tú el expulsado acabes siendo repudiador. 
Feliz cuarentena// 

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