Follar y hablar.
Tenías razón, se nos daba bien. Era lo único que sabíamos hacer sin discutir. Ahora lo pienso y no lo dudo: podríamos haber pasado ocho cuarentenas seguidas enredados, sin echar nada en falta, sólo hablando y follando.
Entonces no necesitábamos comer, ni dormir. El tiempo tomaba una espesura con suficiente consistencia como para amortiguar la diarrea de pensamientos que nos penalizaban diariamente, de la que nos costaba tomar distancia. Claro, eso también enganchaba; nos ayudaba a sentirnos anestesiados de nuestra vida de mierda, aburrida y sin expectativas.
No recurrimos a límites. Yo estaba entregada a la confianza que construimos. Tú sabías lo que yo necesitaba en cada momento.
Y nos reencontramos, después de años sin hablar.
-Conocí a un chica al poco de separarnos. Le hablé de ti y me preguntó que cómo era el sexo contigo.
-¿Y?
-"¡Cojonudo!", me salió del alma.
Yo nunca le reconocí que después de él los polvos volvieron a ser tristes. Y en ese momento comprendí el valor de todo aquéllo: él hizo desparecer el miedo que yo siempre sentía a que aquélla fuera la última vez.
Tenías razón, se nos daba bien. Era lo único que sabíamos hacer sin discutir. Ahora lo pienso y no lo dudo: podríamos haber pasado ocho cuarentenas seguidas enredados, sin echar nada en falta, sólo hablando y follando.
Entonces no necesitábamos comer, ni dormir. El tiempo tomaba una espesura con suficiente consistencia como para amortiguar la diarrea de pensamientos que nos penalizaban diariamente, de la que nos costaba tomar distancia. Claro, eso también enganchaba; nos ayudaba a sentirnos anestesiados de nuestra vida de mierda, aburrida y sin expectativas.
No recurrimos a límites. Yo estaba entregada a la confianza que construimos. Tú sabías lo que yo necesitaba en cada momento.
Y nos reencontramos, después de años sin hablar.
-Conocí a un chica al poco de separarnos. Le hablé de ti y me preguntó que cómo era el sexo contigo.
-¿Y?
-"¡Cojonudo!", me salió del alma.
Yo nunca le reconocí que después de él los polvos volvieron a ser tristes. Y en ese momento comprendí el valor de todo aquéllo: él hizo desparecer el miedo que yo siempre sentía a que aquélla fuera la última vez.
Afterlife - Arcade Fire
//, ¿hay algo más relevante que intimar con otro ser humano, en cualquiera de sus posibles versiones?//
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